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¡Tropicalízate en blanco y negro!

Bájate del carro y ven conmigo a recorrer unas cuantas cuadras a usar el transporte público para conocer las maravillas de una ciudad que está siempre en movimiento



Humberto Pappaterra |Fotografía por Juan Vírgüez


Esta vez salí a caminar desde mi edificio en Bella Vista para adentrarme en la estación de metro, desde donde encontraría lo usual: una casa neocolonial, una imponente sinagoga frente a una iglesia cristiana y el calor matutino que caracteriza a nuestra ciudad.


La estación está a tan solo cuatro cuadras y no tenía un destino determinado, por lo que me dejé llevar por el movimiento de la urbe. Una vez en el subterráneo, me impresionó la cantidad de turistas que usan el metro para moverse como peces en el agua. No tenía mi tarjeta de metro y, aunque no era ciencia ficción, tuve algunos problemas con su maquinita dispensadora, pero nunca falta quien, con su mejor sonrisa, te expresa un: “¿Señor, lo ayudo?“, y si bien todavía me cuesta saberme señor, con mucho alivio acepté el apoyo.


El metro cuenta con una sola línea, sin posibilidad de pérdida alguna; además, está en condiciones impecables. Así que, por azar, decidí bajarme en la estación 5 de Mayo para ver lo que estaba buscando:


El movimiento de una ciudad tropical que camina al ritmo de la música, del cantar de los vendedores ambulantes… y es que hay que entender quiénes somos y de dónde venimos para poder disfrutar del paisaje urbano que nos rodea. Es imposible no sonreír con la creatividad de quien te ofrece a grito cantao: “¡Las bananas que parecen plátanos!”.


Aquí el tráfico peatonal es tan o más abrumador que el vehicular, por lo que supe que me encontraba donde quería

estar: la ciudad de a pie, la que se disfruta al detalle, la que tiene escala humana y permite interactuar con todo lo que una metrópoli ofrece.


Mi naturaleza de comprador compulsivo me llevó a un comercio informal en el cual podías encontrar cualquier cantidad de objetos útiles.