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Arquitectura Interior

Laura Sánchez 

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Siempre hablamos de la importancia del diseño del área en que habitamos, su funcionalidad y su belleza. Sin embargo, pocas veces, nos detenemos a pensar en el espacio más importante de todos: el que llevamos dentro. Nuestra arquitectura interna no se construye con concreto ni madera, sino con pensamientos, emociones y creencias. Aunque no la veamos, la habitamos todos los días y hoy reenseñaré a preservarla

Laura Sánchez Burgos| Fotos por Luis Gómez

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Diseñando el espacio más importante: nosotros mismos

Si nuestra mente y nuestro corazón fueran un espacio físico, ¿cómo serían?, ¿tendrían grandes ventanales abiertos a la luz o estarían cerrados por miedo?, ¿serían lugares cálidos y acogedores o fríos y rígidos?, ¿tendrían bases sólidas o grietas invisibles que, con el tiempo, amenazan con colapsar la estructura?

Lo interesante es que, al igual que cualquier construcción, nuestra arquitectura interna no es fija. Podemos restaurarla, ampliarla, reforzar sus cimientos. Lo que creemos sobre nosotros mismos, lo que sentimos y cómo nos relacionamos con el mundo define la estructura que nos sostiene. Y si algo no funciona, siempre podemos rediseñarlo.

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Los materiales con los que nos construimos

Un arquitecto elige con cuidado cada material: busca solidez, armonía y resistencia. En nuestra construcción interna, esos materiales son las emociones, pensamientos y experiencias que acumulamos.

El amor propio, la gratitud y la autenticidad son materiales nobles que nos fortalecen. En cambio, el miedo, la culpa y la autoexigencia extrema pueden convertirse en grietas difíciles de reparar si no les prestamos atención.

Muchas veces, sin darnos cuenta, seguimos usando materiales que ya no nos sirven. Nos aferramos a creencias que limitan nuestro crecimiento, a patrones que nos hacen daño. Habitamos una versión de nosotros mismos que quizá ya no nos representa; pero, igual que en el diseño de interiores, el bienestar no está en acumular, sino en elegir con intención lo que realmente aporta valor.

Restauración: sanar para habitarse mejor

Nada permanece intacto con el tiempo. Un edificio envejece, necesita mantenimiento, reparación. Nosotros también. A lo largo de la vida, acumulamos heridas, pérdidas, experiencias que nos marcan. A veces son pequeños desgastes, otras veces sentimos que todo se viene abajo.

Sanar es un proceso de restauración. Requiere valentía para mirar lo que duele, paciencia para reconstruir lo necesario y confianza para soltar lo que ya no encaja en nuestra nueva estructura. No significa borrar el pasado, sino integrarlo de una forma que nos haga más fuertes.

Cada quien encuentra sus propias herramientas de restauración: la terapia, la meditación, la escritura, el arte, la naturaleza… Lo importante es recordar que siempre podemos hacer ajustes, reforzar pilares y abrir nuevos espacios dentro de nosotros.

 Diseñando un interior en paz

Cuando diseñamos un espacio físico, buscamos que sea funcional, estético y acogedor. Nuestra arquitectura interna también necesita ser diseñada con intención.

Uno de los primeros pasos es limpiar lo que nos sobra. En una casa, el exceso de objetos genera ruido visual y desorden. En nuestra mente ocurre lo mismo con pensamientos negativos y preocupaciones innecesarias; por ello, aprender a soltar es clave para crear un espacio de paz.

También es importante cuidar los detalles. Así como la iluminación y los colores influyen en nuestro estado de ánimo, lo que consumimos a diario (las conversaciones, los pensamientos, la música que escuchamos) moldea nuestra energía. Construimos nuestra paz con pequeñas elecciones diarias.

El arte de habitarse

Más allá de construirnos, el reto es aprender a habitarnos bien; a sentirnos cómodos dentro de nuestra propia mente y corazón; a encontrar equilibrio entre nuestras luces y sombras. En definitiva, hacer de nuestro interior un refugio, no un lugar del que queramos escapar.

¡Habitarse es un arte! Es escucharnos sin juicios, darnos el permiso de cambiar, de evolucionar. Es aprender a diseñarnos con intención, con suavidad, con amor porque, al final, el hogar más importante no es un lugar físico, sino el que construimos dentro de nosotros mismos.

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@laura.sanchez.burgos

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