
Redefinen la manera de vivir la gastronomía en Panamá

Dulce Pérez Colmenárez @dulceperezcolmenarez. Fotografía por Francisco Andara @franciscoandara. Asistente de producción: Sinther Sánchez @bysasabeauty Suite negro de Abraham Abbo: Suitsupply @suitsupply
Locación: Blondie @blondiepoolclub / UMI THE BAR @umi.thebar
El arte culinario es mucho más que una combinación de sabores; es una experiencia que despierta emociones, conecta culturas y deja huella en quienes la viven. En Panamá, Kamel y Abraham han construido un universo culinario donde cada plato, espacio y detalle cuentan una historia. Juntos han redefinido el significado de comer bien, transformando la escena gastronómica panameña en un referente de autenticidad e innovación

Desde la pasión por la cocina hasta el diseño de conceptos que van más allá del plato, ambos han logrado que sus restaurantes sean más que lugares para comer: son espacios donde la experiencia es tan importante como el sabor. Con una filosofía basada en la honestidad, el respeto por el producto y la conexión emocional con el comensal, han elevado el estándar de la gastronomía panameña y la han posicionado en el mapa internacional.
Kamel: la cocina como un canal honesto para compartir emociones
Él es terco, obsesivo y emocional. No le gusta hacer lo que ya está hecho, y no le da miedo empezar de cero. Esas cualidades, mezcladas con hambre —literal y figurada— lo han convertido en uno de los chefs más destacados de Panamá. Aunque, sorpresivamente, nos confiesa que todavía no tiene una respuesta certera sobre qué lo llevó a dedicarse a la gastronomía.
“Hoy en día quisiera tenerlo más claro, pero no es algo que me moleste. Vivo con esa incógnita. Me gustaría contarte que fue algo pasional, que aprendí de mis abuelos —quienes sí eran excelentes cocineros—; pero en retrospectiva, lo que realmente me mueve es comer. Cocinar fue simplemente el canal más honesto que encontré para compartir con otros esa emoción que siento cuando pruebo algo increíble“.
Un oficio que ha ejercido durante 18 años sin pausa, siempre aprendiendo y manteniendo un fuerte compromiso con el detalle, la evolución y el trabajo constante. Así ha logrado dar vida a tres conceptos que reflejan su personalidad: UMI, el bar japonés, es introspectivo, meticuloso y casi zen; el kosher, Blondie, es cálido y conectado con la tradición; Be Shack y Burger Shack, rebeldes, callejeros y directos como él. “Los veo como mis hijos, cada uno con su carácter“.
Esa autenticidad también se refleja en las redes sociales de sus marcas, donde se enorgullece de exhibir sus tres facetas. “En cada restaurante, muestro algo distinto: uno es técnica, el otro es historia y el tercero es humor. Lo que los une a todos es el trabajo honesto. No me interesa vender humo, sino conectar“.
Cada concepto, además de tener una historia y una identidad clara, demuestra respeto por el producto y por el comensal. “En Panamá hay espacio para todo eso si lo haces con verdad“. Otro de los pilares de Kamel es contratar líderes en vez de empleados. De esta forma, puede delegar y estar presente en los momentos claves. “Cuando trabajas con personas que se apropian del proyecto, la calidad se cuida sola“.

“El mar me inspira porque es impredecible y generoso. Pescar me conecta con mi lado primitivo y auténtico. No es solo producto, es un instante, una emoción. Para garantizar frescura, hay que estar cerca del origen. Conozco a mis proveedores, a los pescadores y, en ocasiones, pesco yo mismo. No hay mejor forma de asegurar calidad que involucrarse en el proceso”, Kamel

Actualmente, Kamel busca más riesgo y emoción en su proceso creativo, con el objetivo de superar a su famoso concepto Kaiseki Nómada, una fusión entre el arte de la cocina Kaiseki japonesa y los ingredientes locales. “He creado platos técnicamente complejos, pero el verdadero desafío es lograr uno con alma: simple, pero inolvidable. Deseo hacer un plato que cuente quién soy sin tener que decir nada. ¡Cada vez estoy más cerca!“.
Esta búsqueda lo motiva a explorar conceptos que conectan con las raíces: técnicas ancestrales panameñas mezcladas con influencias latinas. “Cocina con fuego, tierra, agua y más verdad. Quiero que mis próximos proyectos tengan vida propia y hablen por sí solos“.
Además de adentrarse en planes que lo acercan más a la naturaleza y al origen de todo, Kamel también planea formar cocineros para compartir lo aprendido. “Ya no se trata solo de mí“. Pero hay algo que nunca dejará de lado: su pasión por el mar y la pesca. “Es una práctica que te pone en tu lugar. Te recuerda que no controlas nada. Una vez pesqué un pargo de roca que preparé al fuego, solo con sal y limón. Lo comimos en la playa, con las manos. ¡Nada ha superado eso!”.
“La gastronomía panameña es mi raíz. Aunque no siempre sea evidente, está presente en todo lo que hago. Me apasiona rescatar productos, procesos y sabores locales, vistiéndolos con técnicas internacionales sin que pierdan su esencia. Busco narrar nuestra historia con un lenguaje universal”, Kamel
Abraham: diseñando conceptos culinarios que trascienden
Abraham ve la gastronomía como una experiencia que va mucho más allá del plato. Para él, diseñar conceptos culinarios significa crear un universo alrededor de cada restaurante, donde la música, los aromas, el servicio y la historia se combinan para transmitir una idea clara y auténtica. “Cada experiencia comienza con una visión clara: ¿qué queremos que sienta el cliente al cruzar la puerta? A partir de ahí, cada detalle cobra vida”.
Su inspiración proviene de la vida misma: viajes, conversaciones, culturas distintas y momentos personales. “Me inspira observar qué genera conexiones emocionales en las personas y cómo puedo transformar eso en una experiencia gastronómica memorable”.
Cada uno de sus restaurantes —Blondie Pool Club, UMI, Be Shack y Burger Shack— tiene una identidad única, pero todos comparten un estándar de calidad excepcional y una conexión genuina con el comensal, unidos bajo su marca Kōme.
A través de esta agencia, tuvo el reto de diseñar el desafiador concepto de UMI, el primer handroll bar en Panamá. “La motivación surgió al ver cómo el mercado local estaba pidiendo vivencias gastronómicas más especializadas, auténticas y de alta calidad. Queríamos introducir algo completamente nuevo, pero que al mismo tiempo transmitiera cercanía, calidez y una atención meticulosa a los detalles”.

“Diseñar conceptos culinarios es crear experiencias que trascienden la comida. Es dar vida a un universo que rodea cada plato: el ambiente, la historia y la emoción que experimenta el comensal al sentarse a la mesa”, Abraham

Su secreto es enfocarse en experiencias personalizadas, productos de alta calidad y propuestas genuinas. “La gente busca sentir algo real, no solo comer. En nuestros conceptos, nos aseguramos de que cada propuesta tenga un propósito claro y de conectar sentimentalmente con el cliente, ya sea a través del storytelling, el servicio o el mismo diseño de los platos”.
Además de confeccionar el propósito de cada uno de sus restaurantes, Abraham también selecciona al personal que opera en ellos. “Busco personas que compartan la misma pasión y el mismo compromiso por crear algo excepcional. Más allá del talento, para mí es clave que entiendan el concepto, que lo hagan suyo y lo transmitan en cada plato y servicio. Formamos equipos donde cada miembro entiende que no estamos solo cocinando, estamos contando una historia”.
Gracias a esta visión, Abraham desea que Panamá sea reconocido como un destino de experiencias gastronómicas de clase mundial. “Mi objetivo va más allá de abrir restaurantes: quiero elevar el estándar de la hospitalidad, la calidad y la creatividad panameña, e inspirar a otros a innovar y transformar la escena culinaria”.
“Cada experiencia comienza con una visión clara: ¿qué queremos que sienta el cliente al cruzar la puerta? A partir de ahí, cada detalle cobra vida: la música, los aromas, el menú, el servicio. En conjunto con Kamel, nos aseguramos de que cada restaurante tenga una identidad única, pero que todos compartan un estándar de calidad excepcional y una conexión emocional auténtica”, Abraham.

Panamá como destino gastronómico: su contribución al posicionamiento internacional
Nuestro istmo tiene todo para consolidarse como un epicentro culinario en Latinoamérica. Su diversidad cultural y posición estratégica lo convierten en un imán para el talento y la innovación. “Panamá está en una etapa de madurez y tiene el potencial de convertirse en un destino gastronómico de clase mundial. Su diversidad cultural y ubicación geográfica lo hacen ideal”, expone Abraham.
Kamel y Abraham han sido parte fundamental de este proceso, trayendo chefs internacionales, formando equipos locales y creando experiencias que ponen a hablar a la gente dentro y fuera del país.
La cocina como un lenguaje global que une a las personas
Para Kamel y Abraham, la gastronomía es un acto de honestidad, creatividad y emoción. Cada plato, concepto y experiencia que crean tiene un propósito claro: generar conexiones y dejar una huella imborrable en la memoria de quienes lo viven.
Su visión ha redefinido la manera en que se vive la gastronomía en Panamá, posicionando al país como un destino culinario en crecimiento. A través de pasión, innovación y respeto por el producto, han demostrado que la cocina trasciende la técnica: es un lenguaje universal que une a las personas mediante sabores y relatos.

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