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Foto del escritorAUNO PANAMÁ

Educando desde la igualdad

Jugamos, aprendimos, merendamos y, lo más importante, es que sembramos esa semilla de igualdad, amistad y empatía con maravillosos niños.


Educar para que todos tengamos los mismos derechos y las mismas oportunidades es, sin lugar a dudas, una de mis más fieles misiones. Por ello, para mí es muy importante que mis tres hijos aprendan, desde temprana edad, que vivimos en una sociedad diversa en la que nos distinguimos por infinitas características, pero, a pesar de estas diferencias, hay algo que nos une: nuestra humanidad

Laura Sánchez. Fotos por Sergio Madrid


Y para recalcar esta idea nada mejor que enfocarla desde la educación, la cual debemos inculcar en nuestros hijos con amor y tolerancia. Somos los padres los que tenemos el deber de proporcionarles buenos valores a nuestros pequeños, para que así definan la personalidad que tendrán en el futuro.


Para ello, debemos tomar en cuenta que los niños imitan los comportamientos de sus padres, por lo que debemos tener presente las siguientes consideraciones:


  • Ser ejemplo en nuestro hijo sobre cómo debe actuar y relacionarse con los demás bajo el valor de la igualdad, el respeto y la tolerancia.


  • Enseñarles, en nuestra vida cotidiana, cómo nos relacionamos bajo los valores de igualdad, respeto y tolerancia al momento de conectarnos con nuestra familia, evitando utilizar comentarios machistas o sexistas, clasistas o racistas, los cuales seguramente aprendimos en nuestra niñez.


  • Explicarles que, por el hecho de ser niña o niño, no deben comportarse de una forma determinada. ¡Cada persona es muy diferente a la otra en todo! En la manera de hablar, caminar, pensar, jugar, vestirse… Somos distintos hasta en el modo de comportarnos con los amigos.


  • Evita decirles a tus hijos frases como: “Los niños no lloran”, “las niñas no se suben a los árboles”, “los niños no pueden jugar a la casita”, “las niñas son más juiciosas y calladitas”, ya que ninguna de estas frases guarda la verdad absoluta.



¡Hay infinitas formas de ser niña y niño! Todos somos personas diferentes y lo bonito de esta divergencia es que nos convierte en seres únicos, pero con los mismos derechos, las mismas oportunidades y los mismos deberes.


Gracias a la UPC de Samaria, y en especial al mayor Córdoba y a su equipo, por esta linda experiencia.



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