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EL OBJETO DE MI VIDA

En un mundo bombardeado por referencias de lo que hacen los demás, las ideas de lujo y de buen gusto, de lo que tiene estilo o no, en donde la tendencia es a globalizar la imagen de lo que debería ser una casa, una oficina o cualquier lugar habitable, hemos perdido la capacidad de contar historias a través de lo que realmente nos gusta, conecta con nosotros y nos hace sentir bien. Como arquitecto y diseñador de interiores, me ha tocado enfrentarme a la necesidad de orientar al cliente para que su espacio a diseñar no se convierta en una foto de revista de una casa perfecta y sin alma, donde el dueño podría ser cualquiera. De ahí viene mi énfasis en la importancia de relacionarnos con los objetos que nos rodean, que son nuestros y que narran la historia de nuestras vidas, familias, viajes y vivencias a lo largo de los años. ¡De ahí mi conexión con los objetos!



Humberto Pappaterra | Fotografía por Juan Vírgüez



Cada vez que queremos reinventar nuestros espacios o cuando tenemos la oportunidad de emprender un proyecto de interiorismo nuevo, nos encontramos con la gran pregunta: ¿con cuáles objetos me quedo?, ¿qué integro de nuevo a mi espacio o será que quiero todo nuevo? Antes de definirlo, haz un análisis de cuáles son esas piezas que significan algo para ti.


Un objeto étnico que compraste en un viaje al Amazonas o en tu luna de miel a África o México no tiene por qué ser descartado si tu casa es minimalista. Un objeto que heredaste de la familia, disruptivo o controversial (pero que te encanta) siempre tendrá cabida cuando conectes con él; por ello, al renovar nuestro hábitat, no se trata de borrar lo que somos, sino de ordenar todo aquello que forma parte de nuestras vidas, para que madure y evolucione a nuestro lado.


Por ejemplo, mi intención de diseño siempre es ecléctica, pues conecto con muchas cosas que no necesariamente pertenecen a un mismo estilo. Me encantan las técnicas artesanales, los tejidos, la cestería, las tallas en madera, el uso de las fibras, el barro o la cerámica, ya que, al ser artesanales, no dejan de ser contemporáneas o atemporales.


Me encantan las cestas de F. Taylor, evocan las ánforas griegas y romanas, además están construidas con cordones como una reinterpretación de lo clásico. Otros de mis favoritos pertenecen a los Danzantes de Caralarga en México, una casa que trabaja con fibras para hacer objetos escultóricos con una calidad artesanal única que visten cualquier espacio.



Siempre me ha fascinado la diversidad de la artesanía colombiana y Alta Estudio ha reinterpretado la gráfica de los patrones naturales de los insectos por medio de colores y formas en tallas de maderas utilitarias, así como lo hacen las piezas de barro de la mexicana Perla Valtierra y las de Casa Alfarera en República Dominicana, las cuales no solo me encantan contemplarlas, sino que también son una excelente opción para resolver actividades de la vida cotidiana.



No puedo dejar de hablar de UAU Project, una casa que desarrolla elementos únicos de plástico con detalles que sobrepasan la capacidad de la vista. Esencias contemporáneas que además proponen no solo formas inusuales, sino combinaciones de colores que alegran los sentidos. Muchos de estos diseños los descubrí aquí en Panamá, gracias a la curaduría de una joya en la ciudad que se llama El Objeto, un lugar pequeño pero lleno de buen diseño, que se convirtió en mi spot favorito para contemplar y adquirir piezas con valor más allá de lo monetario.


Sin embargo, ninguno de estos “predilectos” sería lo mismo sin la carga emocional que nos conecta con ellos: mis cestas del Amazonas, mi motete boqueteño, la bandeja de plata de mi tía, una cámara de un viaje romántico, un corazón de Seletti con mucha historia, diversos libros que enriquecen mi forma de ver el diseño… ¡Son piezas que forman parte del objeto de mi vida!

 

Gracias a:

Juan Virguez: @capitolioproducciones

Oscar Pachano @elobjetostore

 

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