La Mesa de Vero: Emily in Paris y la importancia del “saber estar”
Si eres como yo y viste las tres temporadas de la serie, sufriste con todos los desaciertos culturales que evidenciamos de Emily en la capital francesa. ¡Es verdad!, las normas de cortesía se aprenden en casa, aunque estas pueden variar de acuerdo con nuestro lugar de origen, religión y hasta nuestra edad. Sin embargo, en esta edición, te contaré cuál es el comportamiento que debes tomar en cuenta para triunfar en cualquier lugar

Verónica Arosemena. Fotos por Laura Escoffery @esco_lens
Para entender esta divergencia de normas y costumbres, les daré un ejemplo sencillo: a los millennials les parece invasivo recibir una llamada directa en comparación al hecho de leer o escuchar un mensaje por WhatsApp.
Tomando este factor cultural, vemos a una Emily que deseaba hablar sobre el trabajo durante un almuerzo, aunque sus compañeros de trabajo les parecía una costumbre de mal gusto. También cree profundamente en el hecho de que “el cliente siempre tiene la razón”, por lo que podía devolver una hamburguesa que no estaba en el término solicitado, aunque eso fuera ofensivo para el plano creador del chef.

Pero ¿por qué menciono a nuestra Emily? Porque su referente me permite comprender que nuestros modales pueden ser correctos gracias a la educación que recibimos en casa; sin embargo, en algunas ocasiones, nos podemos equivocar.
Así lo viví hace poco en Madrid, España, cuando regresando junto con mi esposo de nuestro restaurante favorito en la calle Serrano me encontré a nuestro genial mesonero Roberto, a quien saludé con mucha emoción. Sin embargo, en ese instante, me explicaron que nuestro saludo efusivo no era bien visto en esa cultura. Al principio me reí por mi desatino, pero luego lo vi como un gran aprendizaje para eso que llamo “saber estar”.

De esta forma, voy aprendiendo a comportarme de acuerdo con la altura del momento. Ya sea en vestimenta, estilo de la conversación, normas en la mesa o de bebida… muchas cosas valen la pena para generar armonía y sentirse bien. Gracias a este “saber estar”, seguramente Emily hubiese liderado la agencia de publicidad Savoir y hasta congeniado mucho mejor con Silvie sin tener que pasar tantas vicisitudes previas.